Sin ti las noches resultan frías.
Entre mis piernas puedo sentir una brisa, una brisa que no debería sentir.
Sino buscar tu cuerpo para rozarnos.
Es tu cuerpo lo único que anhelo, es a tí a quien busco.
Sólo busco tu calor;
sin tí mi cuerpo es hielo, mi cuerpo es tierra yerma
donde no crece flor ni abunda el rocío.
Porque sólo tu volcán de lava hirviendo
es capaz de evaporar las aguas de mi lago,
que se desbordan en tu ausencia,
que se desbordan por las cuencas,
y corren rio abajo hasta encontrar
la punta de mis dedos,
que no saben sino buscarte y buscar tu calor;
buscar tu presencia, buscar la luz
la luz de tu fuego.
Tu lumbre en el invierno.
Sólo tú, mi amor, sólo tu cuerpo.
Sólo ese manantial de calidas aguas
que baña las mias.
Que baña mi anhelo.
jueves
Un rato.
Un rato en que nos digamos las ganas que tenemos de comernos.
Me apetece follarte.
Muy despacio, muy lentamente...
Quiero recorrer cada centímetro de tu piel, uno por uno, para poder decidir en cuál quiero quedarme a vivir, o a dormir esa noche, o despertar la siguiente, como si tenerte fuese un sueño. Me encanta buscarte, acariciarte rozándote con mis dedos hasta encontrar tus escalofríos, por detrás de las orejas, por tu vientre o tus labios, y verlos temblar bajo mi tacto... Me encanta estremecerte, hacerte temblar o sencillamente hacer que me anheles. Y odio no conseguirlo.
Tengo muchísimas ganas de hacértelo lento, que puedas sentir cada roce, cada respiración y cada latido, y aprenderte tu propio cuerpo de memoria por sentir mis dedos sobre él; y acariciarte... sí... acariciarte hasta aprendérmelo yo ambién, sentirte sobre mi, sentir tu calor, tu peso, tu olor, tu contacto.
Me apetece disfrutarte, muy despacio.
Me apetece follarte.
Muy despacio, muy lentamente...
Quiero recorrer cada centímetro de tu piel, uno por uno, para poder decidir en cuál quiero quedarme a vivir, o a dormir esa noche, o despertar la siguiente, como si tenerte fuese un sueño. Me encanta buscarte, acariciarte rozándote con mis dedos hasta encontrar tus escalofríos, por detrás de las orejas, por tu vientre o tus labios, y verlos temblar bajo mi tacto... Me encanta estremecerte, hacerte temblar o sencillamente hacer que me anheles. Y odio no conseguirlo.
Tengo muchísimas ganas de hacértelo lento, que puedas sentir cada roce, cada respiración y cada latido, y aprenderte tu propio cuerpo de memoria por sentir mis dedos sobre él; y acariciarte... sí... acariciarte hasta aprendérmelo yo ambién, sentirte sobre mi, sentir tu calor, tu peso, tu olor, tu contacto.
Me apetece disfrutarte, muy despacio.
viernes
Recuerdo el olor de tu sudor como si impregnase el aire al completo; sólo puede ser sustituido por el olor de tu semen.
Ocupa todos los tejidos de mis ropas y mi cuerpo, y todos los rincones de mi cuerpo y de mi casa.
Recuerdo follar sobre un charco de sudor, saliva, semen y flujo, recuerdo la sangre manchando las sábanas, e incluso tus dedos y tu lengua.
Por las noches, entre locuras de gemidos y látex, resuena tu respiracion y te visito arrodillado entre mis piernas para volver a sujetarte la cabeza y guiarla tan profundamente como sea mi voluntad. Aprovecho el momento siguiente para guiarla a ella y romperme la espalda entre espasmos y jadeos que coreen el vibrar de mis pechos, esos que miras aún con boca insaciable.
Y vuelvo a sujetarte las muñecas contra el suelo; te tapo los ojos nuevamente y observo tu sonrisa espectante y ansiosa mientras notas húmedo calor sobre tu vientre, dos suaves roces paralelos sobre tu pecho, ardiente respiracion en torno a tu cuello.
Vuelvo a oir tu garganta rasgar mientras mis dientes aprietan tu oreja y mi lengua recorre las cercanías, y vuelves a no mover ni un ápice al notar descender por tu piel calores y roces en dirección a zonas más alzadas y frondosas para terminar los jadeos eyaculando en mi boca.
Repito de posturas, de fluidos, de juegos y humillaciones. Busco antiguas lenguas, dientes, bocas, manos, dedos, penes, música. Repaso lugares, momentos, frases e incluso ropas arrancadas, en ocasiones a mordiscos. Retomo susurros al oído, insultos y bondades; aún, regreso a miradas de lascivia, pausas sexuales, besos sin labios y besos a labios.
Y ahí, vuelvo sola a la cama, en la que me dejo caer exahusta y casi sin aliento. Tus manos vuelven a ser las mias, tu saliva mi flujo y las manchas de semen baja alegría por recordarte.
Esta noche, repetimos.
Ocupa todos los tejidos de mis ropas y mi cuerpo, y todos los rincones de mi cuerpo y de mi casa.
Recuerdo follar sobre un charco de sudor, saliva, semen y flujo, recuerdo la sangre manchando las sábanas, e incluso tus dedos y tu lengua.
Por las noches, entre locuras de gemidos y látex, resuena tu respiracion y te visito arrodillado entre mis piernas para volver a sujetarte la cabeza y guiarla tan profundamente como sea mi voluntad. Aprovecho el momento siguiente para guiarla a ella y romperme la espalda entre espasmos y jadeos que coreen el vibrar de mis pechos, esos que miras aún con boca insaciable.
Y vuelvo a sujetarte las muñecas contra el suelo; te tapo los ojos nuevamente y observo tu sonrisa espectante y ansiosa mientras notas húmedo calor sobre tu vientre, dos suaves roces paralelos sobre tu pecho, ardiente respiracion en torno a tu cuello.
Vuelvo a oir tu garganta rasgar mientras mis dientes aprietan tu oreja y mi lengua recorre las cercanías, y vuelves a no mover ni un ápice al notar descender por tu piel calores y roces en dirección a zonas más alzadas y frondosas para terminar los jadeos eyaculando en mi boca.
Repito de posturas, de fluidos, de juegos y humillaciones. Busco antiguas lenguas, dientes, bocas, manos, dedos, penes, música. Repaso lugares, momentos, frases e incluso ropas arrancadas, en ocasiones a mordiscos. Retomo susurros al oído, insultos y bondades; aún, regreso a miradas de lascivia, pausas sexuales, besos sin labios y besos a labios.
Y ahí, vuelvo sola a la cama, en la que me dejo caer exahusta y casi sin aliento. Tus manos vuelven a ser las mias, tu saliva mi flujo y las manchas de semen baja alegría por recordarte.
Esta noche, repetimos.
jueves
Lascivia
Lascivia. Aquella con que me miras. Me encanta que reacciones así cuando mi lengua encuentra el lóbulo de tu oreja tras ascender por tu cuello. Adoro ver la urgencia con que intentas abarcarme y la rabia con que no lo consigues. Tus manos, tu boca, no son suficientes para tocar todos los rincones que quieres disfrutar en mi al unísono, ni tu cuello suficiente via para todos los jadeos que responden a los gemidos que te lanzo provocativos. Risas fluyen entre los dientes con que te muerdo en respuesta los que se clavan en mi cuello y arrancan oleadas de olas calientes en mis entrañas. Y así mis uñas pintan rojo intenso y paralelo en tu espalda. Así mis pechos escapan de tus manos que buscan desesperados un lugar más cálido y húmedo. Es así como entras para quedarte, sales para volver, vuelves para entrar y sientes, sientes, sientes, sientes.
Me encanta la lascivia con que me miras.
Me encanta la lascivia con que me miras.
domingo
Sí...
Así, despacio… bien. Bien, ahora baja un poco más la mano… Sí, así… Bésale el cuello, muy lentamente, roza apenas sus labios con tus dedos, pero sin llegar a tocarla. Eso es… ahora baja tu aliento por su pecho, bien, rodea con la otra mano su seno firme, apriétalo… Sí, sí… ¿Lo notas? Aproxima tu boca… muy bien… lámeselo ahora entre los dedos de tu mano y absorbe su hermosura entre las comisuras de tu boca… Baja un poco más la mano por su espalda. Baja, sigue bajando. ¿Te gusta? Eso es. Acércate más. Vale, continúa por su vientre, rodea su ombligo…Tú, túmbate, así, poco a poco, deja que ella caiga sobre ti y busque tu espesura con su boca vibrante. Sí, no te preocupes, déjate llevar… Permite a tu garganta gemir si sientes que el placer te desborda, que mientras tanto yo esperare a que me quieras en tu boca. Acaricia ahora sus muslos y piérdete en su más húmeda profundidad… No, no te tapes la boca, grita si quieres, así, sí, así. Ah…
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