viernes

Recuerdo el olor de tu sudor como si impregnase el aire al completo; sólo puede ser sustituido por el olor de tu semen.

Ocupa todos los tejidos de mis ropas y mi cuerpo, y todos los rincones de mi cuerpo y de mi casa.

Recuerdo follar sobre un charco de sudor, saliva, semen y flujo, recuerdo la sangre manchando las sábanas, e incluso tus dedos y tu lengua.

Por las noches, entre locuras de gemidos y látex, resuena tu respiracion y te visito arrodillado entre mis piernas para volver a sujetarte la cabeza y guiarla tan profundamente como sea mi voluntad. Aprovecho el momento siguiente para guiarla a ella y romperme la espalda entre espasmos y jadeos que coreen el vibrar de mis pechos, esos que miras aún con boca insaciable.

Y vuelvo a sujetarte las muñecas contra el suelo; te tapo los ojos nuevamente y observo tu sonrisa espectante y ansiosa mientras notas húmedo calor sobre tu vientre, dos suaves roces paralelos sobre tu pecho, ardiente respiracion en torno a tu cuello.

Vuelvo a oir tu garganta rasgar mientras mis dientes aprietan tu oreja y mi lengua recorre las cercanías, y vuelves a no mover ni un ápice al notar descender por tu piel calores y roces en dirección a zonas más alzadas y frondosas para terminar los jadeos eyaculando en mi boca.

Repito de posturas, de fluidos, de juegos y humillaciones. Busco antiguas lenguas, dientes, bocas, manos, dedos, penes, música. Repaso lugares, momentos, frases e incluso ropas arrancadas, en ocasiones a mordiscos. Retomo susurros al oído, insultos y bondades; aún, regreso a miradas de lascivia, pausas sexuales, besos sin labios y besos a labios.

Y ahí, vuelvo sola a la cama, en la que me dejo caer exahusta y casi sin aliento. Tus manos vuelven a ser las mias, tu saliva mi flujo y las manchas de semen baja alegría por recordarte.

Esta noche, repetimos.

jueves

Déjame sentir
tu semen
muriendo en mi garganta...

Lascivia

Lascivia. Aquella con que me miras. Me encanta que reacciones así cuando mi lengua encuentra el lóbulo de tu oreja tras ascender por tu cuello. Adoro ver la urgencia con que intentas abarcarme y la rabia con que no lo consigues. Tus manos, tu boca, no son suficientes para tocar todos los rincones que quieres disfrutar en mi al unísono, ni tu cuello suficiente via para todos los jadeos que responden a los gemidos que te lanzo provocativos. Risas fluyen entre los dientes con que te muerdo en respuesta los que se clavan en mi cuello y arrancan oleadas de olas calientes en mis entrañas. Y así mis uñas pintan rojo intenso y paralelo en tu espalda. Así mis pechos escapan de tus manos que buscan desesperados un lugar más cálido y húmedo. Es así como entras para quedarte, sales para volver, vuelves para entrar y sientes, sientes, sientes, sientes.
Me encanta la lascivia con que me miras.